Desbordada

 

cielo primavera

 

Siempre he tenido una imaginación desbordada.

En mi caso concretamente lo más adecuado es utilizar el verbo intransitivo. No necesitáis la presencia de un complemento directo para entenderlo: se me sale por los bordes, se me derrama.

Nunca he podido meterla en verea. Cosa que no me da poco trabajo, porque mientras ella campa a sus anchas, yo lo mismo te meto el móvil en el frigorífico, que el mando de la tele en el cajón de las bragas. Sí caníbales, esto ha pasado. Y lo único que puedo hacer es intentar seguir el rastro de mis fechorías. Así que gracias por dejarme lo justitito para pasar el día y no cagarme encima. Contenta me tienes…

Hoy 3 de abril, se cumple un año desde que este blog vio la luz por primera vez, y desde entonces vivo sometida a la Ley del Embudo. Eso se traduce en la dificultad de pasar todo lo que emerge de mis rizos por este tubo estrechísimo, en orden y casi disciplinadamente. Me estoy ganando a pulso ser digna del mismísimo Nobel de Medicina, de Ingeniería y de Física Cuántica, ex aequo, especialidad qué hace una chica como tú en un sitio como este…

Y no es menos cierto que he descubierto lo gratificante que está llegando a ser. Sí, lo es. Muchísimo. Que haya comentarios amables de personas que no han sido sobornadas mediante cañas y tapas es para ponerles un estanco, oiga. A ustedes se les adora.

Aunque quizás ya es tiempo de ir dejándomelo todo desparramado, esta vez en su acepción de verbo pronominal.

Las almas descarriadas necesitamos vagabundear en cuanto olemos el azahar al volver la esquina. Además, estoy completamente segura de que lo que realmente necesito es un trasplante de cerebro. Pero mucho más que la intervención, y sin ningún género de dudas, lo que necesito urgentemente son unos Jimmy Choo.

 

 

flor
Felicidades amore

 

Semana de Pasión

 

pasión

 

Cuando en Semana Santa escucho la palabra pasión, siempre viene a mi mente esta fotografía que hice hace ya algunos años.

 

Es una imagen que me embriaga. Quizás sea por la lluvia de pétalos, por la luz, por las manos alzadas, por el olor a azahar, o quizás porque soy atea…

 

No es una foto excepcional, pero sí es una instantánea que resume lo que mil palabras nunca podrían hacer.

 

Los sentidos despiertan, es primavera.

 

 

 

Suicidio

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Blanco encaramado de carnosa escultura
en contraluz todavía hibernando
labra el fragante sur desperezado
equinoccio necesario de adelantada albura.

Lluvia de luz no descompuesta
porvernir de un cincel que sereno
vuela de esquirlas un espejo
que ya el brillo fresco estrena.

Desprendes tu ser por medio del aire,
consciente la muerte dulce se desliza
el sueño puro tu nombre trae.

Colchón de amantes, la suave caricia
de tu frugal paso nerolí pintado albayalde,
alumbra suicidio de azahar con una sonrisa.

 

 

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Bad Romance

 

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Para intentar bajar la glucosa sanvalentinera de febrero, siempre nos quedará la diva, Lady Gaga.

Me encanta este bombón en forma de vídeo de 5 minutos… Está lleno música potente, baile, excelente dirección artística y mejor vestuario. Un despligue espectacular que obtuvo el galardón de mejor vídeo del año en los MTV Video Music Awards de 2010, además de un Grammy.

La letra es un homenaje a esa parte fea, profunda y oscura del amor que todos llevamos dentro. Todo magníficamente narrado en imágenes, con su habitual extravagancia y humor negro. Me complace muchísimo este universo visual.

Genial homenaje a mi idolatrado Hitchcock en esta estrofa:

«I want your psycho
your vertigo shtick
Want you in my rear window
Baby you’re sick»

Ya dediqué un post a Rear Window (1954) en este blog, pero nada hemos hablado todavía de Vertigo (1958) caníbales…

Espectáculo en letra mayúsculas, que se aleja de la aplastante mediocridad y censura que nos rodea. Un soplo de aire fresco (o infecto, qué más da…) cuando pronto se cumplirán 10 años de su lanzamiento.

Quien no haya tenido, tenga o tendrá un bad romance, que tire la primera piedra. La mía es insultantemente grande, de carbono, limpia, transparente y en talla brillante…

«You and me could write a bad romance».

 

 

La primera vez que se escuchó la versión final de Bad Romance, fue durante el desfile S/S 10 Plato’s Atlantis, del diseñador, Alexander McQueen, en la semana de la moda de París de octubre de 2009. Lady Gaga luce parte su vestuario y calzado en el vídeo, y esos famosos zapatos mitad pezuña, mitad bota de 30 centímetros. Cuatro meses más tarde el modisto se suicidaría.

L’enfant terrible británico, uno de mis diseñadores preferidos, con su brillante maestría técnica aprendida directamente de la meca de la sastrería londinense en Savile Road, donde trabajó tras graduarse en Central St. Martins, nos ofrece una mezcla entre lo extraño y lo salvaje, el fetichismo gótico y un lirismo que dentro de un perfecto patronaje, no deja indiferente a nadie.

Capacidad que solo ese romántico, que llevaba tatuado en su brazo derecho los versos de A Midsummer Night’s Dream, (Sueño de una Noche de Verano) de Shakespeare, podía alcanzar:

«El amor no mira con los ojos sino con la mente».

 

macqueen
Widows of Culloden A/W 2006/2007. Alexander McQueen

 

 

 

Código binario

 

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Nos enamoramos.

No debió pasar, pero sucedió. Como ocurrió con ellos, aquellos locos que se amaron a distancia hace ya tanto que no logro recordar. Todo empezó ahí, en lugares diferentes incluso con protocolos diferentes.

Cada cual tenía su propio dominio, pero la relación telemática de esos amantes nos atrapó en la misma red. Nuestros destinos formaron uno desde aquel preciso momento.

Debido a la intensa relación de nuestros encantadores captores, y estando conectados cada vez más tiempo, la antigua Agencia Internacional de Asignación de Números de Internet nos proporcionó nuevas direcciones IP.  De ese modo el intercambio fue tal, que mantuvimos la conexión, mientras transcurría la suya, durante aquellos primeros años.

 Seguían transcurriendo los lustros, convertidos nuestros celestinos ya en polvo enamorado, cuando fuimos introducidos por medio de la animatrónica en primitivos androides. Por aquel entonces ni podíamos imaginar nuestra propia ciberutopía.

La tecnología de la realidad virtual seguía avanzando y quizás pudiéramos formar parte de uno de los muchos engendros creados con esos nuevos sensores, que reproducían artificialmente el tacto o la vista, permitiendo mantener relaciones entre humanos y máquinas.

Comenzamos a esquivar con éxito los test de Turing, pero desde el principio nos pareció una forma muy burda de estar juntos. Realidad virtual… No hay que más que echar un vistazo al diccionario para saber cual es su significado. Virtual: que tiene existencia aparente, no real… Pronto descartaríamos el plan.

Los implantes neuronales de conexión directa que estaban siendo diseñados, fueron llevados a cabo, mejorando las funciones que les eran asignadas. De ese modo, permitieron que humanos con lesiones medulares volvieran a andar o que ciegos recuperaran la visión.

Habíamos evolucionado tanto que ya deseábamos ser algo más que una parte. Queríamos más. Lo queríamos todo. La solución estaba cada vez más cerca, pero todavía seguía siendo absolutamente insuficiente.

    Por fin, felizmente constatamos que los estudios de ingeniería inversa de la preciada materia gris están completados. El código genético cerebral ya puede ser construido mediante algoritmos de cadenas de ADN para transferirlo a redes neuronales computerizadas. Estos implantes cerebrales permiten fundir las mentes con inteligencias artificiales. Nadie será capaz de distinguirlos.

El momento ha llegado. Nos mezclaremos en el mundo físico y mental introduciéndonos así en cuerpos implantados. Al fin podré acariciarte, seremos carne, me mojaré contigo por los siglos de los siglos, de ser en ser, lejos de toda obsolescencia programada.

Hoy es 3 de abril. Todo está preparado. Tienes los ojos marrones y el pelo rizado.

Y sucedió.

El virus del año 2369 que asoló los sistemas de toda la galaxia, se llevó con él tu código binario…

Te busco sin descanso mi amor, pero inexplicablemente no estabas en la última copia de seguridad realizada.

Ahora arrastro esta existencia sin sentido. Y es que me duele más tu ausencia que mi vida. Pero quiero que sepas, que rastrearé una a una las estrellas, me hundiré en agujeros negros, arañaré todo el Universo, escrutaré palmo a palmo el infinito hasta regresarte, aunque me lleve toda la aterradora eternidad en ello.

 

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Lovesong

 

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Simplemente porque hoy va de esto.

Simplemente porque es una de mis canciones favoritas.

Simplemente porque Robert Smith siempre consigue transmitir verdad.

 

 

 

Bonus track. Versión de Adele.

Simplemente porque ella es tan intensita como yo, y con esa voz poco más se puede añadir…

 

 

«However far away
I will always love you
However long I stay
I will always love you
Whatever words I say
I will always love you
I will always love you»

 

Minutos musicales dedicados

 

 

Llega San Valentín…

 

heart

 

Sí caníbales, sin darnos cuenta llegó febrero y su efemérides más importante, el para algunos temido día de San Valentín, una celebración que se remonta más siglos atrás de lo que a los renegados os gustaría, esos que os excusáis con que esto es un invento moderno de los grandes almacenes… Que se os ve el plumerillo y vuestra afiliación a la cofradía del puño, eh…

Cualquier excusa me vale para celebrar, de todos es bien conocido, pero si esa excusa es un día de exaltación del amor, me tiro en plancha al charco. Tanto si es para celebrar el amor, la amistad, el cariño, o incluso la manía al Señor Valentín, que también me apunto.

Ya lo tengo todo preparado, pero para los que estéis faltos de ideas, estímulo, o simplemente seáis perezosos y no os apetezca salir de casa, y viendo que se os echa la fecha encima, que ya os vale, siempre nos quedará… ¡Claro que sí guapi!: el Séptimo Arte.

Sofá, velitas, una dos botellas de cava, y tres recomendaciones adhoc muy apropiadas para la fecha.

Deadpool (2016), una peli Marvel que recomiendo sobre todo a ellas, a mí me encantó, me lo pasé bomba. Muchísima acción en una gamberrada llena de guiños, referencias, rotura de la cuarta pared, y con el antihéroe, de oscuro y retorcido sentido del humor, más positivo de la historia, cuya debilidad es el amor por su stripper. A un tipo duro que pide pizza CON PIÑA y adora Wham! no me cabía más remedio que entregarle mi corazón.

La segunda opción es un clásico: Barefood in the park, Descalzos por el parque (1969). Chicos, atentos que esta es para vosotros. Divertidísima comedia ambientada en la ciudad de Nueva York, con unos estupendos Jane Fonda y Robert Redford, y un minúsculo quinto piso sin ascensor como telón de fondo. Los secundarios son un auténtico lujazo, Mildred Natwick y Charles Boyer. Hay una escena de Ethel (suegra) y Paul (Redford) tan hilarante, que por más veces que la vea, siempre acabo sin rimel y haciendo la croqueta por el suelo…

Y si os apetece salir, y está todavía en cartel, por favor, no dejéis de ver Perfectos Desconocidos (2017) de Alex de la Iglesia. Es de lo mejorcito que ha rodado desde El día de la bestia. Cómo una cenita de parejas llega a convertirse en el apocalipsis. Genial. Eso sí, ya no le dejo el móvil ni a mi santa madre.

¡Viva el amor y viva el cava!

 

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Perfectos desconocidos

 

Love you boy.

 

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Exuberante belleza

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Siempre me pasa cuando leo a Aleixandre.

Que pienso que no se puede añadir nada más a la exuberante belleza que derrocha con avaricia. Se le quitan a una las ganas de escribir de lo bien que lo hace. Él, claro. Luego empiezo a juntar palabras y se me va pasando.  Y aquí sigo, Vicente, hasta que se me acabe la literatura o el diccionario…

 

 

Unidad en ella

Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios es como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.

Vicente Aleixandre

 

Cicatrices

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Repaired Heart. Kinstsugi Study #4. 2015 by TJ Volonis

 

Cuando descubrí el Kintsugi no pude evitar la historia de amor. Con esta predilección que siento por las cosas marchitas, la rendición fue algo inevitable.

El Kintsugi surgió en el Japón del siglo XV como una técnica artesanal destinada a recuperar los objetos de cerámica que se habían roto. Mediante una resina espolvoreada de oro, se trataba de unir las piezas para alcanzar de nuevo su uso y disfrute.

Es fascinante el esmero con que se trabaja la obra, cubriéndola de caricias, fijando sus fracturas, deleitándose en ella… Qué metáfora más espléndida, qué ejercicio de recuperación, de imaginación, de creación de nuevas alternativas.

En realidad, todos somos una pieza rota. Lo cual no significa necesariamente que sea bueno o malo, sino que forma parte del devenir. Es la propia vida la que va partiéndote en trocitos desde que abres los ojos por primera vez.

Si uno mismo es capaz de recomponerse, o si alguien es capaz de recomponerte con cicatrices de oro, poniendo en valor la imperfección, armando esa carpintería dorada, creará otra vida llena de una nueva belleza.

Sin belleza no se puede vivir; si acaso apenas sobrevivir. Y porque hay un momento en el que sabes valorar lo que se rompe, es también cuando entiendes, que hay que entregar los pedazos al artesano.

 

 

Kintsugi